Del bloqueo, la emigración y la economía

Creo que si algún día el presidente Joe Biden decidiera retomar plenamente la política del gobierno de Obama hacia Cuba (del que él fue Vicepresidente), el saldo político para su gobierno a lo interno de la sociedad estadounidense (incluyendo el estado de Florida) podría ser positivo, y para qué hablar a nivel regional y global. No lo hace (y creo que nunca lo hará -aunque en política nunca se debe decir "nunca”) porque es un viejo guerrero frío, creyente en la política de escarmiento y hostilidad multidimensional contra Cuba, y portador del deseo muy firme de que la experiencia independentista, revolucionaria y socialista de Cuba termine de la peor manera posible, para que quede como un mal ejemplo para todos los tiempos. Su equipo político lo ha acompañado y estimulado mayoritariamente en esa línea, tanto por razones ideológicas como por otras de diferente carácter que suelen ser inconfesables.

Teniendo eso en cuenta, hasta donde el bloqueo y la política de agresión estadounidenses lo permitan, pienso que es el deber y la obligación del gobierno cubano hacer todo lo posible para dejar la Guerra Fría en el lado norte del estrecho de la Florida, y que los Otaola, los Marco Rubio y los Bob Menéndez de este mundo se consuman solitos en ella, mientras del lado de acá nos concentramos sobre todo en acabar de cambiar todo lo que deba ser cambiado para arreglar la economía y,  de esa manera, detener la sangría de jóvenes y no tan jóvenes que están abandonando el país. No digo que el gobierno cubano no se esté esforzando en esa dirección, pero hay que hacerlo mucho más, mejor y más rápido, librándose del aferramiento ideológico a fórmulas y mecanismos que la historia ha demostrado fehacientemente que no funcionan  y, sobre todo, pasar de los esfuerzos, los planes y las proyecciones a los resultados tangibles.

Que nadie lo dude: arreglar la economía e incrementar la inversión extranjera en Cuba es el único camino para asestarle un golpe mortal a la actual política estadounidense contra nuestro país. Hay muchísimas cosas  que se pudieran hacer para lograrlo. Nuestros mejores economistas las han planteado en detalle y sus propuestas llevan muchísimo tiempo sobre la mesa. Solo hay que servirse y cada vez queda menos tiempo que perder.

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